martes, 20 de febrero de 2018

El vuelo del hipogrifo


       Hace unas semanas publiqué una entrada hablando del Premio Ripley y la poca visibilidad de las escritoras de género y dije que en breve reseñaría un libro escrito por Elia Barceló, la prologuista del volumen de Triskel. Bien, ha llegado el momento de hacerlo y es con un libro que me ha hecho disfrutar mucho y que despertó en mí cierta nostalgia, al tratarse de una aventura en la que realidad y mundos de fantasía se comunican.

La historia presenta varias tramas en apariencia inconexas que, más tarde, irán cobrando sentido en relación a un asunto común. Por un lado, tenemos a la principal protagonista, Katia Steiner, una filóloga de 38 años que vive en Roma temblando por el futuro incierto que le aguardará cuando caduque la beca gracias a la que malvive y que arrastra una timidez y una gran sombra de fracaso tras el abandono de su novio algunos años atrás. Afortunadamente, la primera incertidumbre desaparece cuando su amiga Marianna logra que los herederos de un importante investigador, José María Varcárcel, nombren a Katia como responsable de la catalogación y cuidado de los documentos del profesor, entre los cuales, la joven encontrará un curioso grabado del siglo XVII en el que aparece representado un arco de triunfo romano. Por otro lado, tenemos a los detectives austriacos, Wolf Altmann y Gabi Mayr, haciéndose cargo de un caso de desaparición en la Universidad de Innsbruck: hace tiempo que nadie sabe nada del profesor Fink. Y por último, se inmiscuye en la trama Pierluigi Bellochi, Il Divino, un famoso y adinerado adivino y mago cuyos poderes lo ponen sobre alerta de que algo importante está a punto de tener lugar en la ciudad. Bellochi rastreará las huellas de las energías del universo hasta alcanzar en ellas el aroma de Varcárcel y, por tanto, el de Katia.

Katia llegará a conocer muchos detalles de la vida personal de Varcárcel, y de un pecado que lo obligó a alejarse de su tierra natal, Umbría, en España, (lugar del que Katia también procede por parte de madre), para no volver jamás. Pero este no es el único secreto del profesor Varcárcel. El más sorprendente de ellos conducirá a Katia a un primer viaje hacia la Universidad de Innsbruck, donde tiene la misión de entregar unos cuadernos que Varcárcel ha legado al profesor Fink; unos cuadernos que le desvelarán a la investigadora la existencia de un club secreto denominado El Club de los Trece al cual tanto Fink como Varcárcel pertenecían y en el que, al parecer, sus miembros eran capaces de acceder a otras realidades y mundos, previa ayuda de ciertas pinturas o reproducciones muy específicas y la entonación de pasajes de obras literarias.

La obra recibe su título El vuelo del hipogrifo, en honor a la criatura fantástica medio corcel, medio grifo, que aparece en el poema épico de Ludovico Ariosto, Orlando furioso. Barceló la usa, no sólo de forma literal en la novela (la criatura será cabalgada por Katia), sino como emblema de la conexión entre las distintas realidades a las que se insinúa que tiene acceso este exclusivo club.

Sin embargo, y pese a que la existencia de diversos mundos mágicos es uno de los grandes secretos que articulan la novela, la sensación que ésta me ha dejado, es que se manejan a modo de excusa para tirar del hilo que nos mostrará, al final de la obra, la relación entre los personajes y cuál fue el terrible pecado de Varcárcel. Es decir, que la importancia dada a tales mundos no es muy significativa, pudiendo, a mi juicio, haber consistido en cualquier otro secreto aquello a lo que el Club de los Trece le prestaba dedicación. Este, creo yo, es un fallo de la novela. Y si bien, como he dicho al principio, la he disfrutado y la considero una buena obra, hubiese esperado que se le concediera más valor y, sobre todo, más protagonismo a estos mundos, que prácticamente son tratados muy superficialmente cuando no, simplemente nombrados. Y la cuestión es que estos mundos no operan solamente como un secreto; son ademas un don pero, como también se verá, una maldición que atenaza de obsesiones a quienes los conocen. También son unas realidades íntimamente ligadas a la familia Varcárcel, pero de un modo que no se termina de especificar.

Dejando a un lado este aspecto de la novela que me ha decepcionado un poco, por lo demás puedo decir que me ha gustado bastante. Bien hilada, bien escrita y en absoluto aburrida. Los personajes pecan en ocasiones de caer en el cliché pero se hacen de querer y uno simpatiza inmediatamente con ellos (se nota en Katia Steiner un reflejo de la propia Barceló, también filóloga y que presentó su tesis doctoral con aproximadamente 38 años). En términos generales se trata de una obra que yo no calificaría de juvenil. Considero que las cuestiones que aborda las hace con una madurez más adulta que la que se maneja en obras de fantasía para jóvenes. Es, en definitiva, una obra muy recomendable publicada en la desaparecida Lengua de Trapo y que, según he leído, es posible que vuelva a reeditarse a cargo de Roca Editorial, donde ha salido recientemente al mercado El color del silencio, la última obra de la autora. Esperemos que así sea.









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